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No bajes que es peor


Distinguir entre el respeto a las opiniones y el respeto a las personas.

             Una de las cosas que más frecuentemente se dicen y que forman parte de lo políticamente correcto en nuestras sociedad es que todas las opiniones son respetables. Vaya majadería. ¿Cómo van a ser respetables todas las opiniones? Será que las personas son respetables, tengan las opiniones que tengan, pero las opiniones en sí mismas no son respetables, las opiniones están para ser discutidas, para ser zarandeadas por los demás, si no, todavía estaríamos en el primer árbol porque siempre habría alguno que diría «no bajéis, que es peor».

            Las opiniones están para ser discutidas, no para ser respetadas; las personas sí. Si alguien dice que no subirá los impuestos y luego los sube, no por eso debe ser torturado ni privado de sus derechos civiles, probablemente tampoco propuesto a una cátedra de ciencias políticas o económicas, pero lo que no se debe decir en cualquier caso es que subir y bajar son dos opiniones igualmente respetables.
           
            Es decir, una cosa es el derecho a la opinión y otra cosa es la diferencia de derechos. ¿Es tan difícil de entender? Hay un derecho a la opinión, pero porque hay un derecho, y ese derecho es el que establecen las normas democráticas. No hay diferentes derechos.   Pero eso sería nefasto y la democracia no es transigente respecto a que, además de la democracia, vivamos en el feudalismo o en el canibalismo. No. Es decir, hay unos valores que permiten la opinión pero no la mentira, dentro de esos valores, no fuera. Se es político para entender qué es lo común y que es lo electivo y lo que cada persona tiene de responsabilidad.

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