Escuelas infantiles y Ayuntamientos
En una democracia toda educación es educación de príncipes,
es educación de gobernantes. Esto es lo que da una dimensión de especial
importancia a los valores que estamos transmitiendo. Por eso, más allá de estas disputas, que tienen su importancia desde luego, sobre educación pública o
privada la educación como preocupación es una preocupación pública, no es un
asunto privado, porque estamos formando a los ciudadanos y a los gobernantes
que va a padecer la sociedad.
De modo que nosotros, al igual que los monjes medievales
copiaban los textos de los grandes filósofos, que ni siquiera a veces sabían
interpretar, y los conservaban para ver si alguien en el futuro les sacaba
provecho, tenemos que seguir transmitiendo y copiando una serie de valores y
principios que consideramos importantes porque, si no, se van a diluir
completamente en la sociedad que está volcada a una especie de
espectacularización permanente de la excelencia, es decir, no hay ninguna
reflexión de lo que es verdaderamente la excelencia, sino simplemente hay una
especie de circo en el cual los excelentes son votados por el público.
Salvar el interés general y la intervención pública exige
que volvamos a defender que hay campos como la educación y el cuidado a los más
dependientes y vulnerables no pueden estar sujetos a la lógica de la
mercantilización y mercadeo.
Porque cuando se manejan planteamientos mercantilistas,
porque cuando se llama a los niños y niñas «clientes» y cuando se trata de
justificar la enseñanza privada en el libre mercado y en el negocio, se entra
en una lógica determinada que es una lógica materialista, se quiera o no se
quiera.
Estamos sometidos permanentemente a la competencia de
educadores anónimos, y en un pasaje digno de su finura intelectual; "Aquí
hay un cambio de la verdad-veracidad por el de eficacia y plausibilidad".
Es posible que estemos viviendo bajo el temor permanente a
la influencia de los ignorantes». La ignorancia envuelta en incapacidad de
hacer demandas inteligibles al resto de los ciudadanos y de comprender las
demandas inteligibles de otros, la incapacidad de razonar, la incapacidad de
argumentar y la incapacidad de persuadir y de ser persuadido por argumentos.
Los intereses generales, extendidos y universalizados
tienden siempre a bienes comunes.
Ányelo Afonso Pérez.
Responsable de Organización y portavoz
UPyD Telde Valsequillo
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