La
sociedad de la Información y Posmodernidad presentan a menudo, junto a un gran
número de avances promotores de la civilización humana, una serie de
complejidades derivadas de su propia naturaleza, entre ellas la globalización
de los fenómenos como condición social, contribuyendo a ello de manera
trascendente los medios de Comunicación Social.
El conocimiento se hace inmediato ( imágenes, artículos, paraísos fiscales, últimas tecnologías etc, etc,), pero la cantidad no significa necesariamente calidad; este fenómeno por su complejidad necesita criterios de alta cualificación comunicativa ya que estamos ante un problema de especial trascendencia: La Salud de la Información como elemento imprescindible del ser humano.
El conocimiento se hace inmediato ( imágenes, artículos, paraísos fiscales, últimas tecnologías etc, etc,), pero la cantidad no significa necesariamente calidad; este fenómeno por su complejidad necesita criterios de alta cualificación comunicativa ya que estamos ante un problema de especial trascendencia: La Salud de la Información como elemento imprescindible del ser humano.
La
Información y la responsabilidad son cuestiones compatibles que se hacen
verdaderamente necesarias al tratar cualquier cuestión.
Es
evidente la preocupación por la existencia de un DIVORCIO entre los
comunicantes y los comunicados, aunque resulta paradójico por UNA FALTA DE
COMUNICACIÓN. Las posibles causas podemos encontrarlas en ambos lados, por un
lado fuentes no suficientemente claras o concretas, y por otro lado se puede
carecer de la especial sensibilidad, no sensiblería, que requieren estas
cuestiones.
Hoy
día, el conocimiento de la realidad sobre este divorcio se realiza cada
vez más a través de los medios de
comunicación. Por ello el impacto que esto supone sobre la percepción social es
de vital importancia. Se convierte en un suceso cuando está exento de razón, su
tratamiento responde a un capítulo más.
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